Todo lo puedo en Cristo

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La próxima semana el mundo recuerda la crucifixión y resurrección de Jesús. En este tiempo muchos se acercan a la historia del hijo de Dios, que vino a la tierra a cumplir un mandato de su Padre para entregar su vida por todos nosotros, borrar nuestros pecados y habilitarnos el camino para alcanzar la vida eterna.

Jesús transformó la humanidad. Jesús dividió la historia en antes y después de él. Jesús, dos mil años después de su muerte física y su hermoso proceso de resurrección, tiene más vigencia que nunca y cada día impacta más los corazones de millones de personas que usan su vida, su enseñanza y su ejemplo para caminar el sendero de la salvación. Muchos se preguntan cómo este carpintero de Belén, que nació en un pesebre rodeado de animales, que nunca tuvo mayor riqueza que su ejemplo y sus palabras, ha podido tener un impacto tan grande en la historia de la humanidad y aún mucho tiempo después, sigue siendo el soporte y el estímulo de la vida de millones de personas en el mundo.

Y esa preocupación tiene una respuesta sencilla: Jesús era el Cristo, el Mesías, el enviado de Dios para hacer que la humanidad encontrará nuevamente la vía para reencontrarse con el Padre Celestial. Jesús vivió, murió y resucitó por todos nosotros. Jesús fue a la cruz para entregar su vida por nosotros y luego venció la muerte. Su resurrección es la muestra más clara y contundente de que existe un camino para alcanzar la vida eterna y llegar a la presencia del Padre Celestial para siempre. Ese único, verdadero y hermoso camino, sin ninguna duda, es Jesús.

Una de las expresiones más impactantes de la Biblia, y que se ha convertido en uno de los versículos más difundidos en el mundo, está en Filipenses 4:13. En ese pasaje el apóstol Pablo dice, con una convicción y una fe que mueven montañas, lo siguiente: “Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece”. Y cuando Pablo dice eso no es en un momento de alegría y esplendor humano, sino justo cuando está preso, ha sido maltratado y humillado, y está a punto de ser aniquilado por su defensa firme y vigorosa del evangelio de Jesús. En ese momento, y en todos los momentos de su vida ministerial, Pablo siempre tuvo a Jesús como su mayor fortaleza.

Y es que cuando tenemos a Jesús en nuestros corazones, y asumimos sus enseñanzas con normas de vida, nada nos hace falta. Y no importa cuáles sean las circunstancias que estemos viviendo o sufriendo, no importa que estemos alegres o tristes, no importa que estemos en pobreza o en riqueza, que estemos en paz o en guerra, en salud o enfermedad, no importa cuál sea la realidad, si tenemos a Jesús como centro y guía, todo los demás llega.

Jesús es el verdadero modelo de vida y de entrega por los demás. De humildad y de servicio, de amor y de perdón, de misericordia y de gracia. Jesús nos enseña como caminar en la vida sin dejarnos tentar por los pecados. Cuando él es nuestra fortaleza, todo lo podemos y todo lo logramos.

Cuando quieres un modelo de cómo hacer las cosas de manera correcta, busca a Jesús. Cuando quieras vencer todas las tentaciones y todos los pecados, busca a Jesús. Cuando quieras aprender a ser humilde y a entregarte plenamente por los demás, busca a Jesús. Cuando quieras ser mayormente bendecido dando que recibiendo, busca a Jesús. Todo lo podemos en Cristo, porque él nos fortalece:

Euri Cabral
Es Economista y Comunicador
euricabral07@gmail.com

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