Vestirnos de amor

La vestimenta que usemos de manera permanente en alguna actividad o circunstancia, puede llevar a que se nos identifique con una profesión o un rol específico. Por ejemplo, si vemos a alguien vestido de bata banco y con un estetoscopio en las manos, concluimos que es un médico. Si vemos a un hombre uniformado de gris y con una pistola al cinto, concluimos que es un policía. Si vemos a un hombre o mujer supervisando una construcción y lleva un casco protector, concluimos que es un ingeniero o ingeniera. En síntesis, nuestra vestimenta cotidiana expresa de alguna manera lo que somos, lo que buscamos, lo que aspiramos y lo que podemos dar a los demás.

La Biblia expresa muy claramente cuál debe ser la vestimenta permanente de todos los que nos sentimos ser hijos de Dios. En el libro de Colosenses, capítulo 3 versículo 14, el apóstol Pablo nos dice lo siguiente: “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto”. Esto significa que siempre debemos andar vestidos con los trajes del amor, que nuestra identidad como hijos de Dios debe ser llevar el amor permanente en cada uno de nosotros y entregarlos a los demás de manera cotidiana.

Vestirnos de amor significa entender a plenitud quién y cómo es nuestro Dios verdadero: Un ser lleno de amor por encima de todas las cosas. En 1era de Juan, capítulo 4 versículo 8, se dice con mucha claridad que “el que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”.

Vestirnos de amor significa entregarnos completamente por los demás, sin esperar nada a cambio. Comprendiendo que en la medida en que somos útiles a los demás y ayudamos al prójimo, en esa medida seremos bendecidos por nuestro Dios Todopoderoso. En el libro de Hechos, capítulo 20 versículo 35, se dice de manera muy precisa: “Siempre es más bendecido dar, que recibir”

Vestirnos de amor es sacar el odio de nuestros corazones. Es bendecir y amar a todos, incluso a nuestros enemigos y a quienes nos hacen daño. Es no tener nada contra nadie sin importar lo que nos hayan provocado. Vestirnos de amor es aprender a perdonar y ejercer el perdón de manera cotidiana. Y perdonar completamente sin dejar nada guardado. Es nunca decir “yo perdono, pero no olvido”, sino decir siempre “Yo perdono y olvido todo, porque Jesús perdonó y olvidó todos mis pecado, y me quiere”.

Vestirnos de amor es ser humildes, misericordiosos, mansos, pacientes y benignos. Es nunca creernos superior a los demás y saber honrar a quien es necesario honrar. Vestirnos de amor es andar siempre con el manto de la humildad en nuestros hombros y nuestros corazones, pues tal y como dice 1era de Pedro 5:5, “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes”.

Vestirnos de amor no es solamente no hacer nada malo o no hacerlo daño a alguien. Vestirnos de amor es, como muy bien dice la Biblia en Gálatas 6:9, “nunca cansarnos de hacer el bien”. Todos los días al despertarnos debemos preguntarnos qué bien le podemos hacer a nuestros prójimos, a quién se puede ayudar hoy, que buena acción haré para beneficios de mis hermanos e incluso de mis enemigos, cómo puedo aportar mi ayuda para que la sociedad se llene de amor y de valores.

Vestirnos de amor es desterrar para siempre el odio, el terror, la maldad, la deslealtad, la deshonestidad y la maledicencia. Es siempre hacer el bien sin cansarnos, sabiendo que la mayor enseñanza que tenemos de nuestro Dios es dar amor a los demás.

Cuando nos vestimos de amor y eso es lo que mostramos y entregamos, nos convertimos es verdaderos y dignos hijos de nuestro Dios. Vístanse de amor todos los días y muestren al mundo la grandeza de nuestro Padre Celestial, a través de esa entrega de amor a los demás.

Euri Cabral
Es Economista y Comunicador
Euricabral07@gmail.com

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